Autovía del Este como paseo al atardecer
Carmenchu Brusíloff
(Listín Diario)
Por la Autovía del Este, entre Boca Chica y Juan Dolio, a las 5:30 de la tarde llegamos al lugar donde frente al Mar Caribe funciona El Tamarindo, un parador que además del local principal tiene espacios exteriores techados de cana.
En el auto, mi hijo Alexis le rodea por el lado del litoral. Al aire libre hay dos mesas ocupadas y uno que otro cliente mirando el paisaje. La serenidad de las aguas domina el entorno. No hay siquiera un punto de espuma blanca de alguna ola rompiente. A corta distancia, Playa Caribe, una playa que ha provocado sustos a uno que otro intrépido bañista.
Proseguimos la ruta. De pronto, aparece a la vista una gran nube plomiza. En ella desaparece el arco iris. ‘Dicen que cuando llueve y hay arcoíris se está casando la bruja’, cuenta Alexis riendo. Es que ligeras gotas de agua rompen sobre los cristales del auto. De repente, brillan los rayos solares. En el trópico llueve con sol…
Al llegar ante la entrada del hotel Bahía Príncipe diviso un parador. Me hubiera gustado conocerlo. Poco después, Alexis llama mi atención hacia los indicadores de kilómetros colocados en la autopista: ‘Confunden’. Uno dice 18 kilómetros a La Romana, pero a pocos metros más adelante un letrero de Obras Públicas señala 19. ¿A cuál creer?
La incongruencia se acrecienta: ahora son tres indicaciones con numeración distinta: el mojón marca 16; un letrero, 14, y una tercera señal, 17. Como salido de la nada, pasa raudo un motorista. Lleva como pasajero un hombre con varas de caña que sobresalen: unas curvas y otra recta. Un peligro para todos. ¿Quién implementa la ley a estos motoristas?
Tras largo trecho recorrido me llevo tamaña sorpresa. ‘Si estamos en el Este, ¿qué hace aquí un letrero del Típico Bonao?’ ‘Tiene una sucursal’, explica Alexis. El restaurante avisa estar a 4 kilómetros, pero su entrada debiera estar mejor señalada, pues queda en el extremo opuesto.
A unos 10 kilómetros de Bayahíbe hay una tiendita donde venden carnes; es también restaurante. Mientras en el kilómetro 129, en la Autovía del Coral, funciona una bomba de gasolina a cuyo lado tiene abierto un food shop de cosas selectas, gourmet, incluso con panes recién hechos y un restaurante. Sobre éste el letrero Auto Bahn. Poco después nos detenemos ante el Restaurante Shish Kabab. Tiene buenísimas baklavas, mas hoy no podré comerlas. Es que, tal cual dice Alexis, ‘No cabe ni un ‘mandao’, Ni un solo estacionamiento vacío’.
En rotonda
Los reductores de velocidad, al acercarse a la rotonda de la entrada a Punta Cana, ‘son de metal y altos, por lo cual están deformando gomas y perjudicando aros de aluminio. Deberían poner reductores de líneas, como hay al doblar a Verón. Además, los de metal hacen ruido al pasar sobre ellos. Quien lo desconoce puede reaccionar de una forma que provoque accidentes. Ya han ocurrido. Los reductores están para avisar, no para dañar’. Alexis tiene razón.